Kalkilia, es una de las ciudades palestinas de las cuales en esta ocasión no hablaremos como un lugar para hacer turismo, sino como una ciudad para tomar conciencia de lo que día a día vive nuestro pueblo palestino, que día a día resisten por mantener a Palestina viva en las pocas tierras que no han sido ocupadas por Israel.

En esta ciudad de Cisjordania viven totalmente cercados por el muro de Apartheid, ese mismo que hace años llegó para destruir casas, restaurantes, locales comerciales y todo lo que día a día daba el sustento de cientos de palestinos causando graves disfunciones en el sistema de vida de quienes deben lidiar con los graves problemas que todo esto ha causado.

Son alrededor de 40.000 los palestinos que viven el Kalkilia, y desde el 2003 se ven afectados por esta situación. La economía de esta ciudad se basaba en la agricultura, los campos verdes, los olivos, pero desde la ocupación ya no queda nada, Kalkilia se  ha convertido, así como muchas otras ciudades palestinas,  en un lugar gris, lleno de escombros, con restos de lo que eran siembras, campos, lindas granjas de personas que aun guardan esperanzas de que los militares israelíes los dejen pasar esa  reja, aunque sea una vez a la semana,  para poder acceder a traer agua y así poder regar sus siembras, esas que alguna vez fueron el sustento familiar de lo que pretendió ser un prometedor y gran negocio, pero hoy de eso solo queda la ilusión de poder ser el alimento familiar diario.

El muro que Israel levantó el 2003 alegando motivos de seguridad se ha convertido en una gran jaula. En el lado oeste se erige una pared de hormigón de ocho metros de alto y tres kilómetros de longitud, con torres de vigilancia y cámaras de seguridad. En el norte, el sur y el este, el muro toma la forma de una doble valla electrificada con una trinchera central.

Existen tres puertas que deberían permitir el paso de la población a los campos y pueblos colindantes, pero hoy están prácticamente cerradas: el único acceso a la ciudad es la puerta este, bajo control militar israelí. Más de la mitad de la superficie agrícola de la ciudad ha quedado al otro lado del muro, que se ha convertido en un instrumento más de colonización. El aislamiento de Kalkilia literalmente arruinó la economía local, el sistema educativo, la sanidad e incluso las relaciones familiares.

Usurpación de tierra

Desde que se instaló el muro el impacto fue catastrófico para los palestinos, el 58% de las tierras quedaron aisladas o destruidas, se llevaron los olivos que eran fuente de trabajo esencial y declararon todo como zona militar, desde entonces muchos no han podido trabajar, ni mucho menos recibieron una indemnización por parte del estado sionista.

más de 8.000 olivos centenarios –símbolo de la herencia histórica y cultural de los palestinos– fueron desenraizados y replantados en asentamientos cercanos.
la puerta agrícola permanece cerrada y la puerta en el sur se abre tres veces al día sólo durante 15 minutos. Se supone que 6.200 campesinos tendrían que cruzarla, pero en un cuarto de hora no pueden pasar más de 20.
Kalkilia tenía una huerta conocida en toda Palestina, colmenas, viveros y una desarrollada ganadería.

El muro ha roto también las relaciones familiares. La mayoría de los ciudadanos de Kalkilia tiene parientes en las poblaciones cercanas o entre los palestinos que viven en Israel. El contacto con los segundos es imposible, y visitar otras ciudades de Cisjordania supone pasar horas en los controles militares, siempre que los cierres no lo impidan, además de los divorcios que aumentaron de 2 a 16, debido a los problemas familiares debido al desempleo y al rol que ha desarrollado la mujer llevando el sustento a las casas.

Esta es la realidad de Kalkilia, la ciudad gueto de Palestina, una de las que se ha visto más afectadas desde que Israel decidió construir el muro de segregación, ese que ellos ven como solución, una que para ellos puede ser asertiva pero que en realidad es el sufrimiento para nuestros palestinos.