Durante el primer cierre de COVID,  Momin Swaitat, se encontraba atrapado den Palestina, quedándose mucho más tiempo de lo provisto y no pude volver a su hogar en Inglaterra, donde los esperaba su mujer y su hija, desde 2012, que no había pasado tanto tiempo en su casa familiar de Jenin, en el norte de Cisjordania. La experiencia a su juicio fue agridulce, sanadora y nostálgica.

Dado el tiempo de confinamiento salió a recorrer diversos mercados y viejas tiendas familiares y se encontró con la disquerìa Tariq Cassettes, un pequeño negocio de música que era popular el era joven. “Estaba justo al lado de mi escuela, así que después de que sonaba el timbre, solíamos hacer cola para gastar nuestro dinero de bolsillo y comprar cintas nuevas por cinco shekels. El hombre que la regentaba era vecino de mi abuela, así que conocía bien su cara. Vi que la tienda estaba cerrada, así que llamé a la puerta del dueño y le pregunté si todavía tenía cintas a la venta”, indica,

Hasta entonces, Momin Swaitat, había coleccionado vinilos de forma ad hoc. De vez en cuando se topaba con material árabe, pero era bastante difícil de conseguir, y los casetes eran inexistentes. Siempre que volvía a Cisjordania, compraba vinilos en tiendas de segunda mano, pero solían estar muy rayados y en mal estado. La música árabe que encontraba solía ser novedades de grupos árabes y reediciones de coleccionistas extranjeros.

Es así como el dueño de esta tienda de música, “Tariq me llevó a su archivo y empezó a hablarme de su colección, que estaba cubierta por una gruesa capa de polvo. Tenía principalmente pop árabe, funk, jazz y soul de Palestina, Líbano, Siria, Irak, Egipto, Túnez y Marruecos, así como cintas judías yemeníes e iraquíes. Al recorrer los géneros conmigo, me puso en antecedentes y me ayudó a contextualizarlos”.

Agrega con emoción que “me sorprendió lo que había encontrado. Las cintas me parecieron una parte vital de la historia y el patrimonio cultural palestino y árabe en general, que ahora no es querido y está casi olvidado. Compré varios centenares de casetes en el acto, un gran botín, buscando artistas concretos, incluso portadas de casetes, con los que conectara, y me alegré de encontrar una cinta tras otra de grabaciones de campo beduinas que han inspirado gran parte del género musical de las bodas palestinas”.

Una de las sorpresas con que se encontró fue un casete amarillo sin caja con la palabra “Intifada” escrita a mano en una pegatina, pero sin ninguna otra información. Muchos temas eran realmente contagiosos, con letras hermosas y conmovedoras sobre la identidad, la pertenencia, la relación de los palestinos con la tierra y la revolución.

En un momento del álbum, el cantante Riad Awwad se presentó a sí mismo y a sus hermanas y mencionó a Hanan Awwad y a Mahmoud Darwish, uno de los poetas palestinos más conocidos, como coautores de uno de los temas. Pero aun así, tenía poco que contar. Había un siseo en el disco, que luego supo que era el resultado de que el álbum se había grabado en el salón de la familia Awwad.

Al indagar un poco más, se puso en contacto con Hanan, la hermana de Riad, que participa en el álbum y es coautora de las canciones. Quien le contó la historia de su hermano, Riad, un músico de Jerusalén que había estudiado ingeniería: La semana siguiente al comienzo de la primera Intifada, reunió a sus hermanas y empezaron a grabar las canciones que había escrito para ellas.

Todo el proceso era urgente. Riad hizo 3.000 copias de las cintas y empezó a distribuirlas por la Ciudad Vieja de Jerusalén. Algunas llegaron a Cisjordania. Hanan dijo que, al caminar por la Ciudad Vieja, se podía escuchar el casete sonando en tiendas, casas y cafés. Se convirtió en una especie de primera banda sonora de la Intifada.

Después de salir de la cárcel, Riad empezó a enseñar música a niños de toda Palestina, utilizando equipos que pudo fabricar gracias a sus conocimientos de ingeniería. Riad también formó una nueva banda llamada Palestinian Union. Pero, trágicamente, murió en un accidente de coche en 2005.

Riad Awwad no vivió para ver la popularidad de su música entre la gente de todo el mundo. Pero su música sigue viva desafiando a la censura, y los jóvenes palestinos de Palestina y de la diáspora, así como los oyentes de todos los rincones del mundo, pueden ahora conectar con la fascinante música, historia y política de Palestina y de la región.

Durante el resto del encierro, visitó tiendas y coleccionistas y pudo acumular una colección de varios miles de casetes y discos que se llevò a Londres. Tuvo la suerte de recibir un fondo de 20.000 libras de Jerwood Arts durante la pandemia y así pudo comprar equipos de mezcla y sonido, abrir una tienda de discos pop-up y fundar un sello discográfico que en 2021 se convirtió en el Proyecto Majazz, en colaboración con DJs, productores y artistas árabes y no árabes interesados en arrojar nueva luz sobre la riqueza y diversidad del patrimonio musical árabe -y particularmente palestino-. Majazz seguirá publicando ediciones y hará todo lo posible por salvaguardar el archivo y darle nueva vida a través de remezclas, muestras y colaboraciones con DJs, productores y músicos contemporáneos.

Majazz tiene ahora un programa en la emisora londinense NTS Radio, llamado Palestinian Sound Archive, en el que se puede conocer lo que hacemos. En abril de 2022, publicaron un álbum con entrevistas remezcladas con su mentor Juliano Mer Khamis (1958-2011). “El sello es mucho más que lanzar canciones como música de baile o de fondo. Pretendemos revivir un sentimiento de alegría y celebración, muy necesario después de tanto sufrimiento palestino, sin duda. Pero más que eso, pretendemos preservar el trabajo y la memoria de los muchos artistas que han formado la columna vertebral de nuestra identidad cultural. Los archivos palestinos han sido saqueados, desmantelados, censurados y destruidos desde la Nakba”, indica Swaitat.