A lo largo de los años, los palestinos han encontrado diversas formas de representar y preservar su patrimonio, como forma de resistencia.

Esto se ha hecho a través del arte del tatreez, un bordado folclórico tradicional, y a través de las canciones y el folclore, así como de la comida y el arte, entre otras cosas. Para muchos palestinos, los símbolos son importantes para unir y solidificar su identidad.

En torno a las diversas y exuberantes ciudades verdes de Palestina, las plantas y las flores se han convertido en representantes de la lucha bajo la ocupación, y se consideran un símbolo de esperanza en un futuro mejor y en el regreso a su tierra natal.

A pesar de su espinoso exterior, el cactus es muy apreciado en Palestina. La planta puede prosperar en condiciones secas y duras, y es famosa por su capacidad para sobrevivir a las sequías.

Para los palestinos, el cactus simboliza la paciencia y la resistencia. La palabra “saber” en árabe significa “paciencia”, y durante las secuelas de la Nakba, o catástrofe, de 1948, en la que cientos de miles de palestinos fueron desplazados por la fuerza y exiliados de sus hogares, la gente se animó a seguir siendo paciente, resistente y firme.

La planta espinosa también es conocida por su capacidad de prosperar en cualquier lugar, algo con lo que muchos palestinos dicen sentirse identificados, tras verse obligados a exiliarse por todo el mundo.

En la actualidad, el cactus aparece en el arte, la poesía y la literatura palestinas, por sus cualidades con las que se comparan los palestinos.