Hala y Razan son dos estudiantes refugiadas de Palestina de 14 años de la escuela de niñas de Dheisheh de UNRWA, en Belén, Cisjordania. Ambas son unas apasionadas de la escritura y se les animó a participar en el concurso «Yo soy la narradora», una iniciativa escolar de UNRWA. Las historias originales de la pareja lograron llegar a la final y se clasificarse entre los veinte primeros puestos del concurso.

“Llegar a la etapa final de la competición demuestra que con trabajo duro y determinación se puede tener éxito”, comenta Hala.

El concurso examinó a más de 2.000 estudiantes de Cisjordania que escribieron cuentos sobre una gran variedad de temas. Razan escribió sobre un grupo de amigos sentados en una cafetería y recordando viejos recuerdos. Hala eligió escribir una historia sobre las palabras que cambiaron su vida. “Elegí este tema porque creo que las palabras tienen una gran influencia en las emociones de los demás”, afirma Hala.

El apoyo brindado por la escuela de UNRWA, a través de su amplia gama de actividades extraescolares, alentó tanto a Hala como a Razan a dedicarse a escribir. “Tenemos un club de lectores, un club de matemáticas, un club de ajedrez y una biblioteca. La escuela siempre nos anima a trabajar duro. Nos alientan a participar en muchas de estas actividades para que adquiramos más y más habilidades y alcancemos nuestras metas”, afirma Razan.

La educación empodera a las jóvenes refugiadas para que se conviertan en personas seguras de sí mismas e innovadoras que contribuyan positivamente al desarrollo de la sociedad y la comunidad.

También tiene un impacto que marca el futuro de las jóvenes, equipándolas con el conocimiento, las habilidades y la confianza necesarias.

Kifaya, profesora de árabe en la escuela de niñas Dheisheh de UNRWA, es la fundadora del club de lectoras del que forman parte Hala y Razan. La maestra cree que los enfoques de aprendizaje activo y las actividades extracurriculares son esenciales para mejorar la creatividad, el conocimiento y el pensamiento crítico de las niñas. En el club se anima a las estudiantes a leer libros y trabajar juntas a través de los debates y de la escritura de historias.  Kifaya fue quién alentó a Hala y Razan a participar en el concurso. “Siempre trato de enfatizar la importancia de participar y ganar estas competiciones, para que las niñas puedan seguir aprendiendo y mejorando sus habilidades”.

Las jóvenes refugiadas de Palestina que viven en el campamento de Dheisheh, a menudo corren el riesgo de sufrir violencia, abandono escolar y desempleo. Para ellas la educación es un salvavidas.

La educación proporcionada por UNRWA es inclusiva y de calidad. Es una de las herramientas imprescindibles para conseguir la igualdad de género, en cuanto a la participación y el acceso a oportunidades.

 “A través de esta experiencia aprendí que, para tener éxito, debemos confiar en nuestras habilidades para superar los obstáculos”.