Las fuerzas militares y policiales fronterizas israelíes están asesinando a niños palestinos sin prácticamente ningún recurso para exigir responsabilidades, ha denunciado Human Rights Watch.

El año pasado, 2022, fue el más mortífero para los niños palestinos en Cisjordania en 15 años, y 2023 va camino de igualar o superar los niveles de 2022. Hasta el 22 de agosto, las fuerzas israelíes habían matado al menos a 34 niños palestinos en Cisjordania. Human Rights Watch investigó cuatro tiroteos mortales de niños palestinos a manos de fuerzas israelíes entre noviembre de 2022 y marzo de 2023.

“Las fuerzas israelíes están matando a tiros a niños palestinos que viven bajo la ocupación con una frecuencia cada vez mayor”, dijo Bill Van Esveld, director asociado de derechos del niño de Human Rights Watch. “A menos que los aliados de Israel, en particular Estados Unidos, presionen a Israel para que cambie de rumbo, más niños palestinos serán asesinados”.

Los investigadores de Human Rights Watch, al documentar los cuatro asesinatos, entrevistaron en persona a siete testigos, nueve familiares y otros residentes, abogados, médicos, personal y trabajadores de campo de grupos de derechos palestinos e israelíes, y revisaron las cámaras de seguridad y los vídeos publicados en las redes sociales, las declaraciones de las agencias de seguridad israelíes, los historiales médicos y los informes de prensa.

Human Rights Watch investigó el caso de Mahmoud al-Sadi, de 17 años, asesinado por las fuerzas israelíes cuando se dirigía a la escuela cerca del campo de refugiados de Yenín el 21 de noviembre de 2022. El ejército israelí no se refirió específicamente a su muerte, pero dijo que sus fuerzas habían estado llevando a cabo redadas de detención en el campamento, durante las cuales intercambiaron disparos con combatientes palestinos. Sin embargo, el intercambio de disparos más cercano se produjo en la casa de uno de los presuntos combatientes, a unos 320 metros de donde Mahmoud fue abatido, según declaraciones de los residentes.

Mahmoud estaba de pie junto a una carretera, esperando a que cesaran los disparos a lo lejos, y no tenía en la mano ningún arma ni proyectil, según declaró un testigo y mostró un vídeo de una cámara de seguridad que revisó Human Rights Watch. Cuando cesaron los disparos a distancia y las fuerzas israelíes se retiraron, un único disparo efectuado desde un vehículo militar israelí situado a unos 100 metros de distancia alcanzó a Mahmoud, según el testigo. No había combatientes palestinos en la zona, dijo el testigo. Mahmoud murió a una manzana de distancia de la calle donde las fuerzas israelíes mataron a la periodista Shireen Abu Akleh el 11 de mayo de 2022.

En los demás casos investigados, las fuerzas de seguridad mataron a muchachos después de que se hubieran unido a otros jóvenes que se enfrentaban a las fuerzas israelíes con piedras, cócteles molotov o fuegos artificiales. Aunque estos proyectiles pueden herir de gravedad o causar la muerte, en estos casos las fuerzas israelíes dispararon repetidamente a la altura del pecho, alcanzando a varios niños, y mataron a niños en situaciones en las que no parece que supusieran una amenaza de lesiones graves o muerte, que es la norma para el uso de fuerza letal por parte de las fuerzas de seguridad según las normas internacionales. Esto haría que estos homicidios fueran ilegales.

Mohammed al-Sleem, de 17 años, recibió un disparo en la espalda mientras huía de soldados israelíes después de que un grupo de amigos con los que estaba arrojara piedras, y presuntamente cócteles molotov, contra vehículos militares que habían entrado en un pueblo cercano a Azzun, su localidad natal, en el norte de Cisjordania. Otros tres niños resultaron heridos por disparos de armas automáticas mientras huían.

Un agente israelí disparó por la espalda a Wadea Abu Ramuz, de 17 años, cuando se encontraba con un grupo de jóvenes que arrojaban piedras y lanzaban fuegos artificiales contra vehículos de la Policía de Fronteras en Jerusalén Oriental hacia las 22.00 horas del 25 de enero de 2023, según declararon dos testigos. Otro muchacho del grupo resultó herido de bala. Las fuerzas de seguridad encadenaron a Wadea a la cama del hospital, golpearon a sus familiares e impidieron que lo visitaran, retuvieron su cadáver durante meses tras su muerte y exigieron a su familia que lo enterrara en silencio por la noche.

En todos los casos, las fuerzas israelíes dispararon contra la parte superior del cuerpo de los niños, sin, según los testigos, emitir advertencias ni utilizar medidas comunes menos letales, como gases lacrimógenos, granadas de concusión o balas recubiertas de goma. El 3 de enero, Adam Ayyad, de 15 años, recibió un disparo mortal por la espalda en el campo de refugiados de Deheisheh mientras se encontraba con un grupo de muchachos que lanzaban piedras y al menos un cóctel molotov contra las fuerzas israelíes. El soldado también disparó e hirió a un muchacho de 13 años, según testigos.

El periódico israelí Haaretz informó en enero de que desde “diciembre de 2021, los soldados están autorizados a disparar a los palestinos que huyen si previamente habían arrojado piedras o cócteles Molotov”. Human Rights Watch escribió al ejército y a la policía israelíes el 7 de agosto con preguntas sobre los cuatro casos y las normas de enfrentamiento de las fuerzas. La policía respondió, pero el ejército no. Las normas de enfrentamiento de la policía permiten el uso de armas de fuego contra personas que están lanzando piedras, cócteles molotov o fuegos artificiales sólo si hay un “riesgo inminente para la vida o la integridad corporal”. La policía también declaró que no podía proporcionar información sobre el caso de Wadea Abu Ramuz porque se estaba investigando.