Israel ha depositado muchos de sus esfuerzos en su bullada hasbará para legitimar su dominación sobre Palestina y el dominio de su pueblo. Entonces, la industria propagandística ha sido un aparato de ayuda incalculable para formar la narrativa y la perspectiva que se tiene en Occidente, donde la percepción de Israel como una democracia rodeada de una amenaza eterna a su existencia se ha utilizado eficazmente para validar todo tipo de violaciones a los derechos humanos y al derecho internacional.

Años de ocupación, esclavización de personas que son de otra etnia, actos agresivos que se han convertido en rutina es un trabajo arduo a la hora de instalar como una realidad permanente a la que el resto debe acomodarse a perpetuidad. Así es como, de tanto en tanto, cuando Israel siente que está perdiendo valoración en las mentes y corazones de la Comunidad internacional, el Estado ocupante engendra un nuevo plan para contrarrestar lo que menciona como “la lucha contra el fenómeno de deslegitimación contra el Estado de Israel”.

No es necesario decir que la creciente oposición a Israel como una campaña de “deslegitimación” es en sí misma una estrategia para desviar la atención, usada por la industria de la hasbará para difundir difamaciones a las personas, grupos y organizaciones que demuestran sus incontables crímenes de guerra y violaciones a los derechos humanos. Recientemente, esta táctica se ha puesto a disposición para rechazar los informes de relevantes organizaciones como B’Tselem y Human Rights Watch, que definieron a Israel como un estado practicante del apartheid, que “promueve y perpetúa la superioridad judía entre el mar Mediterráneo y el río Jordán”.

El Ministerio de Asuntos Estratégicos israelí ha sido la punta de lanza de su estrategia de “esclarecimiento”. Fundado en 2006 para la función de coordinar las iniciativas de seguridad, inteligencia y diplomacia relacionadas con las amenazas estratégicas a las que se enfrenta el Estado de ocupación, el Ministerio destinó sus enormes recursos desde la confrontación de las amenazas militares a la focalización en las organizaciones de derechos humanos y los grupos de derechos civiles. El Movimiento de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) se convirtió en su principal enemigo, mientras que los movimientos de base comoo de la duda, creyendo que la ocupación era cosa de tiempo, ya no son capaces de disminuir la tensión entre sus creencias liberales progresistas y las políticas del Estado de ocupación. En realidad, este nerviosismo ha existido desde el principio del nacimiento del Israel, pero ahora que la ocupación es ampliamente aceptada como una realidad permanente junto con el apartheid, ninguna cantidad de hasbara puede acortar esa brecha.

Estas preocupaciones han hecho que Israel se replantee su estrategia de hasbara. Según la revista +972, el gobierno israelí aprobó recientemente una operación que podría invertir 30 millones de la divisa norteamericana para financiar de forma oculta la propaganda gubernamental en Estados Unidos y otros países occidentales. El plan consiste en transferir dinero de forma indirecta a organizaciones extranjeras que difundirán la propaganda israelí en los países en los que actúan, todo ello omitiendo el hecho de que están amparadas y financiadas por el gobierno israelí.

La activación del dinero extra se asignará a reactivar una organización no gubernamental llamada “Concert” que funcionaba como una empresa conjunta con el Ministerio de Asuntos Estratégicos. Creada en 2017 con el fin de privatizar la hasbara, su objetivo era reclutar a personas y organizaciones influyentes para que hablaran favorablemente de Israel en los diferentes medios de comunicación, las redes sociales y las conferencias en el mundo.

Un informe de Concert en Haaretz indica que diplomáticos, ex militares y funcionarios del gobierno, Amos Yadlin, Dore Gold, Yaakov Amidror y otros estaban detrás del proyecto. Un funcionario del Ministerio de Asuntos Estratégicos aceptó que la puesta en marcha de la iniciativa era, en la práctica, una forma de depositar fondos a las organizaciones proisraelíes que trabajan en el medio internacional, principalmente en Estados Unidos, sin saplicarlas con la afiliación gubernamental.

La idea era que “les facilitaría el compromiso con el público más de lo que sería para una iniciativa respaldada por el gobierno”, se dice que dijo el ex director del Ministerio de Asuntos Estratégicos, Ronen Manelis, durante una sesión en la Knesset. “Al final, lo que se ve es una transferencia financiera de una empresa de servicios públicos, más que una transferencia oficial del gobierno. Esa es la idea”. Dichas transferencias se harían a través de la Corporación de Beneficio Público (PBC), controlada por representantes del gobierno.

Dado que la mitad de la financiación del proyecto debía proceder de personas acomodadas y organizaciones extranjeras, principalmente de Estados Unidos, el plan de 2017 sólo recaudó 7 millones de dólares. Los patrocinadores norteamericanos acaudalados se desanimaron, ya que la legislación estadounidense exige que las organizaciones se registren como agentes extranjeros si reciben donaciones de entidades estatales.

El ministro de Asuntos Exteriores, Yair Lapid, dijo recientemente que Israel se enfrentará a intensas campañas para etiquetarlo como un estado de apartheid en los próximos meses e instó a lanzar una campaña para desacreditar a la ONU ante cualquier posible crítica, quiere renovar el proyecto y admitir que siga operando, al menos hasta finales de 2025. Un documento distribuido a los ministros antes de la votación afirmaba que “la continuación del proyecto permitirá al Ministerio de Asuntos Exteriores y al gobierno israelí planificar y aplicar de forma estratégica y estructurada una política de acción para luchar contra el fenómeno de la deslegitimación contra el Estado de Israel y para construir la legitimidad civil en el mundo”.

El documento también confirmaba que las actividades de los próximos años se centrarán en la ampliación relevante de las capacidades operativas existentes en este ámbito, en la puesta a punto y la creación de herramientas y áreas de acción innovadoras, y en la mejora de la eficacia de las actividades y los esfuerzos de las organizaciones y organismos pro-israelíes en Israel y en todo el globo.

“El Ministerio de Asuntos Exteriores tiene la intención de utilizar la experiencia y las lecciones aprendidas en la organización y aplicarlas para mejorar la posición de Israel a través de la conexión de la sociedad israelí con otras sociedades, al tiempo que se promueven las asociaciones con la sociedad civil en Israel y en todo el mundo”, se informa que dijo el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Lior Hayat.

El periódico Haaretz informa de que fuentes del gobierno han dicho: “la misión de la organización es impulsar proyectos que cuenten la historia de Israel en todo el mundo y contrarrestar la deslegitimación de Israel, con financiación conjunta del gobierno israelí y otras fuentes privadas. Algunos proyectos comenzarán en uno o dos meses”.

Lo que esto significa en la realidad no es difícil de suponer. El asunto de Cambridge Analytica reveló cómo los agentes internacionales son capaces de utilizar las plataformas de redes sociales a través de grupos de fachada con el fin de influir en la opinión pública. A menudo se acusa a Rusia y a China de ser los principales culpables de la intromisión en la influencia, pero ¿se medirá con el mismo foco de atención lo que pretende Israel?

Fuente: www.monitordeoriente.com