Khirbet al-Ras al-Ahmar, Cisjordania ocupada – Thaer Bsharat es una de los 130 palestinos que viven en esta remota aldea del norte del valle del Jordán. Tienen pocos medios, pero mucha determinación.

Bsharat nació y creció en esta aldea de la Cisjordania ocupada, rodeada por dos asentamientos ilegales israelíes y dos bases militares israelíes. Fue declarada zona militar cerrada hace más de dos décadas.

La mera presencia de los palestinos, por no hablar de cualquier estructura que levanten, se considera “ilegal” según la legislación israelí.

La mayoría de los residentes en Khirbet al-Ras al-Ahmar cultivan la tierra y crían ganado.

“Puedo predicar durante horas sobre la necesidad de permanecer firmes, pero tampoco tengo otro lugar adonde ir con mis ovejas”, declaró Bsharat a Al Yazira, explicando por qué nunca ha abandonado el pueblo para vivir en otro lugar.

En abril, las fuerzas israelíes asaltaron Khirbet al-Ras al-Ahmar y confiscaron varios tractores, carros y automóviles. Unos meses antes habían confiscado depósitos de agua, todo ello con el pretexto de que habían entrado en la zona de tiro 901 -zona designada de entrenamiento militar israelí-, lo que dejó a la mayoría de los habitantes sin acceso al agua y sin medios de transporte.

Bsharat, de 30 años, tuvo que recurrir a su fiel Hanan -su burra, cuyo nombre significa “compasión”- para transportar barriles de leche por las colinas embarradas de las afueras del pueblo y poder venderlos.

“En lugar de avanzar, nos están haciendo retroceder”, dice refiriéndose a la invasión israelí.

Israel lleva mucho tiempo afirmando su intención de mantener el control militar del valle del Jordán, de 2.400 kilómetros cuadrados, por motivos de seguridad, a pesar de que los palestinos lo quieren para el perímetro oriental de un futuro Estado palestino en Cisjordania y la bloqueada Franja de Gaza.