En 2022, un australiano puede cruzar el mundo y celebrar libremente la Pascua en Jerusalén, pero para un palestino cristiano de Belén es muchísimo más complicado recorrer los 10 kilómetros que lo separan de la ciudad santa y poder rezar en la Iglesia del Santo Sepulcro. Basta recorrer los lugares santos de Jerusalén en estos días de Pascua para comprobarlo. En la Vía Dolorosa, en el Monte de los Olivos o en la fila de espera para entrar en la tumba de Jesucristo se cuentan por decenas los latinoamericanos, españoles, japoneses, rusos, filipinos y un sinfín de nacionalidades pero las autoridades religiosas lamentan la ausencia flagrante de los palestinos cristianos.

“Hace algunos años, las comunidades cristianas locales celebraban juntas la Pascua. Ahora vemos muchas barreras, muchos soldados y muchos peregrinos extranjeros pero pocos cristianos de Tierra Santa. Esta situación es una violación de la libertad de culto cuando la libertad religiosa ha formado siempre parte de la identidad de Jerusalén”, lamenta el sacerdote palestino Jamal Jader, del Patriarcado latino de Jerusalén.

Hasta hace una década y pese a la ocupación israelí de los territorios palestinos desde 1967, los cristianos palestinos podían celebrar la Pascua en Jerusalén con relativa libertad. Pero desde hace algunos años, los palestinos de Cisjordania y Gaza, independientemente de su religión, deben tener un permiso israelí para venir a la ciudad. En estos días de Pascua, incluso los cristianos que disponen de esta autorización tienen que sortear controles, barreras y retenes militares hasta llegar a los lugares santos.

“Hace años las comunidades cristianas locales celebraban juntas la Pascua. Ahora vemos muchos soldados y muchos peregrinos extranjeros pero pocos cristianos de Tierra Santa”

“Desde hace 50 años, las restricciones israelíes para los palestinos, cristianos y musulmanes, han ido en aumento. Los permisos para Pascua, por ejemplo, se conceden de forma muy arbitraria y rara vez una familia entera recibe autorización. Si se da un permiso solamente a la madre y a un hijo, no van a ir solos a Jerusalén y toda la familia se queda finalmente sin viajar”, lamenta Fuad Al Halaq, consejero para Jerusalén en la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).

Según cifras israelíes, cada Pascua se conceden entre 10.000 y 15.000 permisos a cristianos de Cisjordania y Gaza aunque responsables palestinos consideran el número real es menor. Las autoridades palestinas critican no sólo el escaso número de permisos concedidos, durante las fiestas religiosas y durante el resto del año, sino la esencia del sistema en sí que exige a los palestinos disponer de una autorización israelí “para moverse dentro de su propia tierra”.

Los cristianos de Palestina sólo representan actualmente entre un 1 y un 2% de la población total. Se calcula que en Cisjordania viven más de 50.000 cristianos a los que se suman unos 1.500 de la franja de Gaza. En Jerusalén el número de fieles ha disminuido mucho en los últimos años y no supera los 10.000 fieles, debido a los constantes ataques de los colonos isralíes y del ejército de Ocupación.

“Somos la iglesia más antigua del mundo”

Pese a ser una comunidad menguante y afectada por un exilio masivo en las últimas décadas, los cristianos palestinos se niegan a considerarse una minoría. “En Palestina no se habla de minorías sino de un solo pueblo que quiere vivir en libertad. Los cristianos de Jerusalén son indígenas en esta tierra, somos la iglesia más antigua del mundo, nuestras raíces están aquí”, zanja el arzobispo griego ortodoxo Atallah Hanna.

Católicos, griegos ortodoxos o armenios: las diferentes iglesias cristianas que custodian los lugares santos de la ciudad observan con idéntica tristeza las discriminaciones y la segregación que se constatan diariamente en Jerusalén y que, según afirman, “impiden hablar de paz”. “Cuando era un niño venía regularmente a Jerusalén. La ciudad forma parte de mi vida, no solamente de un punto de vista religioso. Pero en este momento hay universitarios que ven Jerusalén únicamente en los libros y no pueden poner un pie en ella, pese a vivir a pocos kilómetros, porque no tienen permiso israelí. Es muy triste”, lamenta el padre Jader.

“En el mejor de los casos la gente viene a hacer recados y se va rápidamente, no pasa tiempo en la ciudad, no la disfruta. Necesitamos una Jerusalén abierta, que se convierta de nuevo en el centro de la vida de la gente, que se abra a los estudiantes. No podemos perder Jerusalén”, agrega.

Esta iglesia es el núcleo de las celebraciones de la Pascua cristiana ya que en su interior se encuentran el lugar donde, según la tradición cristiana, Jesucristo fue crucificado, sepultado y resucitó. Desde hace días, son interminables las filas de turistas de todo el mundo que desean visitar el sepulcro de Jesús, cuyas obras de renovación concluyeron para el momento de la Pascua. A menudo guiadas y poco pausadas ya que se realizan varias visitas en el mismo día, estas peregrinaciones se mantienen alejadas del conflicto y de la política y no permiten a muchos fieles percibir la ausencia de las comunidades cristianas locales o las restricciones que sufren.

Según la legislación internacional, Israel, desde 1967 y en calidad de país ocupante, es responsable de la seguridad en la Ciudad Vieja de Jerusalén, donde se encuentran gran parte de los lugares santos, pero no tiene soberanía reconocida sobre ella.

Fuente: El Confidencial