El Ministerio de Relaciones Exteriores cuestionó en un comunicado los planes de israelíes  para judaizar la zona oriental de la ciudad de Jerusalén y limpiar todo vestigio de cultura palestina en la Ciudad Santa.

Asimismo, condenó las sistemáticas restricciones israelíes a los fieles para visitar sus sitios sagrados tanto cristianos como musulmanes.

Consideró esas medidas como “una extensión de una política colonial encaminada a imponer un mayor control sobre los lugares sagrados y el acceso a los mismos”.

Mediante una continua escalada de agresiones y “una mentalidad fascista, Israel niega los derechos de nuestro pueblo y sus obligaciones como potencia ocupante”, subrayó.