En estos momentos en los que se acerca la celebración de Navidad para las comunidades cristianas de todo el mundo, los preparativos ya están en marcha en Belén, el lugar en el que todo tiene su origen, para celebrar la historia que es la base de todas las tradiciones cristianas.

Sin embargo, por muy sentida y festiva que sea la temporada navideña, la realidad de la población palestina sigue siendo actualmente la de la vida bajo la ocupación.

“Como pueblo palestino, tenemos una historia, una cultura y un patrimonio increíblemente ricos”, afirma Saleem Anfous, que vive con su familia —su esposa Lubna y sus tres hijas— en Beit Sahour, en la gobernación palestina de Belén.

“Pero, a pesar de toda la alegría de ese patrimonio, vivimos bajo la ocupación, y esto afecta también inevitablemente a nuestra identidad como palestinos’, dice.

Celebrar la Navidad en familia

Saleem y su esposa Lubna se alegran de que se acerque la Navidad, ya que, para la familia y la comunidad de Belén y sus alrededores, es el momento más destacado del año.

“Como padres con hijos, nos emociona la llegada de la Navidad. Hay música por todas partes, bazares, festivales, toda la calle Estrella se convierte en un mercado navideño, y nosotros vamos a todos esos lugares”, dice Saleem. “Además, a las niñas les encanta poner el árbol de Navidad y ayudarnos a decorarlo, y ver las cajas de regalos debajo del árbol”.

La hija mayor de la familia, Celia, de ocho años, es ya prácticamente una experta en la Navidad. A los tres años, protagonizó un vídeo familiar en el que recitaba fragmentos de la historia de la Navidad en diferentes lugares de Belén y, todos los años, le escribe una carta a Papá Noel con la lista de los regalos que quiere para Navidad. Este año, lo primero de la lista es un tocador de maquillaje.

Lubna, la madre de Celia, reflexiona sobre los recuerdos que la Navidad le deja a la familia:  “Por ejemplo, las miradas de nuestras hijas cuando se levantan por la mañana el día de Navidad y creen que Papá Noel ha venido de visita durante la noche”, dice con una sonrisa.

Saleem y Lubna hablan también de la comunidad más amplia que se reúne en Belén para celebrar la Navidad; de cómo los palestinos y palestinas llenan toda la Plaza del Pesebre a principios de diciembre para el encendido de la estrella en lo alto del árbol de Navidad, junto a la Iglesia de la Natividad, y también de cómo celebran juntos las diferentes tradiciones.

“En Belén, no celebramos la Navidad una vez, sino tres”, explica la pareja: “una vez en diciembre para las tradiciones occidentales, y dos veces en enero para las diferentes tradiciones ortodoxas”. “En nuestra cultura, todo gira en torno a la comunidad”, afirma Saleem.

El sabor amargo de la ocupación militar

Al mismo tiempo, los efectos de la actual ocupación militar de Cisjordania no pasan desapercibidos ni siquiera en Navidad.

Belén es una ciudad separada de la cercana Jerusalén por un muro de hormigón de unos ocho o nueve metros de alto erigido a lo largo del territorio para impedir el acceso a toda persona que no cuente con un permiso especial para pasar del otro lado.

Saleem explica que, aunque en el pasado los palestinos y palestinas podían obtener permisos especiales durante la “temporada de vacaciones” para visitar Jerusalén en el contexto de las celebraciones de Navidad, esto no ha ocurrido desde la llegada del COVID-19 a principios de 2020.

La realidad es que la vida bajo la ocupación tiene también consecuencias para los preparativos navideños de la comunidad cristiana palestina.

“Nos encanta celebrar la Navidad”, dice Saleem, “pero si, en ocasiones, se ha producido lo que se podía considerar un acontecimiento político importante en fechas cercanas a la Navidad, o a cualquier otra festividad, hemos sido conscientes de que, como pueblo palestino, teníamos que unirnos para adoptar una posición al respecto, y esto ha significado posponer o anular las celebraciones en Palestina. ¿Cómo podríamos llevar a cabo una celebración cuando sabemos que otras personas en este mismo país están sufriendo?”

“Así que, incluso cuando emprendemos nuestros preparativos para la Navidad, no estamos seguros de si al final podremos celebrarla”, concluye.