Ensillada a unos metros del suelo, al son de los cascos, las bridas brillantes y el aroma terroso de un caballo, es cuando Diana Al Shaer se siente más emocionada.

Esta amazona de 35 años, Presidenta del Comité de Doma Clásica del Grupo Regional de la FEI en Oriente Medio y Norte de África, se inició en el mundo de los caballos a los 11 años, cuando su familia, afincada en Moscú, le puso un DVD de los Campeonatos Europeos de Doma Clásica.

Tal fue su fascinación instantánea, que permaneció todo el día asombrada bajo el sol la primera vez que los caballos de su familia se instalaron en su nuevo establo.

“Recuerdo el momento en que vi los caballos el primer día que los trajeron a casa, me enamoré enseguida y no podía apartar la vista de ellos aunque estuviera de pie bajo el sol”, recuerda Diana.

“Los caballos eran una pasión de mi padre, que montaba de pequeño cuando mi familia pasó una temporada en Siria tras verse obligada a abandonar Palestina como refugiados políticos”.

Diana nació en la Unión Soviética, de madre rusa y padre palestino emigrado allí en 1975. Su abuelo fue el primer embajador palestino en Rusia y su padre le siguió los pasos.

Sin embargo, se sintió atraída por el deporte. Tras competir por toda Europa en la última década, se entrenó con Jan Bemelmans en Alemania y fue entrenada por la atleta olímpica danesa Anne van Olst en Holanda.

La educación multicultural de Diana la preparó bien para una carrera que exige muchos viajes e interacción con diferentes culturas. Ha participado en muchas competiciones internacionales y ha obtenido algunos resultados importantes como ex miembro del equipo ecuestre de la Federación Rusa.

Admite que eligió un camino distinto al de su familia, cuya historia está impregnada de política. “No soy una gran aficionada a la política, no me interesa ni me engancha, así que seguí mis pasiones y continué en el deporte y la cultura”. Sin embargo, señala, las raíces diplomáticas de su familia acabaron trasladándose a su trabajo tras una visita a Palestina que le cambió la vida por primera vez en 2017.

Tras una invitación de la Federación Ecuestre Palestina, programó un viaje a la región durante el cual fue testigo y experimentó de primera mano la vida de los palestinos que la rodeaban y las injusticias diarias a las que los sometía el ejército israelí, como los puestos de control que restringen la libertad de movimiento.

“Visité Palestina por primera vez hace seis años. Siempre fue un tema delicado para mí y mi familia, porque perdieron sus casas y tenían miedo de que fuera sola. Pero el viaje cambió toda mi visión y mi punto de vista sobre las cosas, incluida mi identidad y mi carrera, porque viajé allí como palestina, no como turista”, explica Diana.

En aquel momento seguía compitiendo por el país de mi madre, Rusia, pero mi postura cambió cuando regresé después de pasar por todos los controles, que me dejaron totalmente conmocionada y angustiada. No podía creer que algo así siga existiendo hoy en día y que los palestinos tengan que pasar por esto todos los días de su vida”.

Amnistía Internacional ha contabilizado al menos 593 puestos de control y controles de carretera israelíes en Cisjordania ocupada. Algunos son fijos, mientras que otros son barreras “voladoras” capaces de desplazarse a distintos lugares sin previo aviso. Su objetivo es controlar la circulación de los palestinos, al tiempo que ayudan a los colonos judíos ilegales a apoderarse de más tierras palestinas para construir más asentamientos, ilegales según el derecho internacional.

El jinete también se mostró horrorizado por los controles de seguridad y las esperas de 11 horas en el aeropuerto Ben Gurion de Tel Aviv. “Es un proceso normal para los viajeros palestinos, pero nada de esto debería ser normal”, afirmó.

Esto obligó a Diana a cambiar su lealtad y representar a Palestina como amazona de doma clásica en el Gran Premio Internacional. El año pasado se convirtió en la primera mujer árabe en competir en los Campeonatos Mundiales Ecuestres de Doma Clásica celebrados en Dinamarca.

La doma clásica es una disciplina ecuestre, a menudo comparada con el ballet por la habilidad y maestría que requiere tanto del jinete como del caballo para realizar todos los ejercicios en exhibición y competición.

La armonía y la confianza entre caballo y jinete son fundamentales para este arte, explica Diana. No duda de haber heredado esta cualidad de su padre, a quien describe como una inspiración y su mayor apoyo.

“Cuando mi padre decidió volver a montar, practicaba el salto, pero yo prefiero mucho más la disciplina de la doma clásica por su elegancia y belleza. Durante los campeonatos del mundo, para representar a mi país y tender un puente entre deporte y cultura, pedí al campamento de Jordania que decorara mi uniforme con bordados palestinos”.

El elaborado bordado tradicional en punto de cruz, conocido como tatreez, es exclusivo de cada comunidad, por lo que el pueblo al que pertenece quien lo lleva puede identificarse por el diseño.

“Utilizaron el patrón de Jaffa, de donde es mi familia, y fue muy especial porque pude actuar y llevar al ámbito internacional algo especial hecho por las manos de estas mujeres palestinas de campos de refugiados que también tienen sus historias únicas”.

Este cambio de enfoque en su carrera deportiva, sugiere, puede generar un cambio más amplio. “Representar a Palestina a través del deporte y la cultura es eficaz porque son dos herramientas de comunicación muy poderosas. Al eliminar la parte política, el conflicto se lleva a un nivel más personal, y se puede transmitir la imagen y las luchas del país a través de diferentes historias de la gente, es más auténtico. Me di cuenta de que ésta era mi verdadera vocación”.

Para Diana, ésta es también una continuación de la misión diplomática arraigada en su familia.

En la actualidad, Diana viaja a los EAU cada tres o cuatro meses para entrenar a los próximos jinetes de doma clásica de alto nivel y también para trabajar con la federación nacional en el desarrollo de programas y la organización de clases magistrales.

Como presidenta del Comité de Doma Clásica del Grupo Regional de la FEI en MENA, la amazona se esfuerza por promover el arte de la doma clásica en la región y formar a los jinetes aspirantes en este ámbito deportivo.

“Es un privilegio poder combinar mis pasiones por el deporte y la cultura para representar mi identidad y guiar a los jinetes aspirantes. La disciplina ecuestre de la doma clásica es aún nueva en Oriente Medio, pero está ganando adeptas entre las mujeres que quieren participar por su elegancia, lo cual es apasionante.”

La próxima aventura en la que se embarcan Diana y su caballo, Unazalee de Massa, es clasificarse para los Juegos Olímpicos de París, previstos para el verano de 2024. “Mi objetivo ahora mismo es conseguir que mi compañera [su caballo] y yo estemos fuertes para los Juegos Olímpicos de París, y seguir representando a Palestina allá donde monte”.