Mucho antes de que se convirtiera en el Waldorf Astoria y acogiera la reunión Biden-Lapid, el hotel tenía en la década de 1930 un objetivo muy distinto: la unidad árabe

El mes pasado, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se reunió con el primer ministro israelí, Yair Lapid, en el hotel de lujo Waldorf Astoria, a las afueras de la Ciudad Vieja de Jerusalén. Para preparar la llegada de Biden, el edificio y las calles que conducen a él estaban abarrotados de banderas israelíes y estadounidenses.

Cuando se le preguntó de qué habían hablado en su reunión, Biden comentó frívolamente: “Béisbol americano”. El comentario no estaba del todo fuera de lugar: los dos Estados han tratado Oriente Medio como su campo de juego durante décadas.

La historia del edificio se remonta a la década de 1920, cuando Hajj Amin al-Husseini, una destacada figura palestina y jefe del Consejo Supremo Musulmán, decidió emprender importantes proyectos arquitectónicos en Jerusalén.

El principal objetivo del consejo era la renovación del complejo de la mezquita de Al-Aqsa. Pero también emprendió otro gran proyecto en Jerusalén: la construcción del Hotel Palace en las afueras de la Ciudad Vieja.

El Hotel Palace no era una mera empresa arquitectónica. El dominio colonial británico en Palestina se encontraba aún en sus primeras etapas, y Husseini comprendió que su autoridad y credibilidad como principal líder palestino exigían pasos tangibles hacia la mejora de la presencia palestina en la ciudad -especialmente dadas las crecientes inversiones sionistas y coloniales británicas en Jerusalén y sus alrededores.

El proyecto del hotel también habría ofrecido al consejo una fuente de ingresos al margen de las restricciones de las autoridades coloniales británicas.

Competir con el colonialismo

Una vez terminado en 1929, el Palace era uno de los hoteles más lujosos de Jerusalén, con un majestuoso vestíbulo, detalles de mármol, modernas habitaciones y teléfonos privados. El proyecto era un testimonio del deseo del Consejo Supremo Musulmán de demostrar que los palestinos podían competir con sus homólogos coloniales, una postura que se acentuó con la construcción del hotel rival Rey David en sus inmediaciones en 1931.

Dos acontecimientos constituyeron las expresiones más significativas del papel del Hotel Palace en la afirmación de la identidad árabe palestina durante los años del Mandato Británico: las Exposiciones Árabes de Jerusalén de 1933 y 1934. Las exposiciones, celebradas en el hotel, fueron profundamente significativas para las historias de la Palestina moderna y el mundo árabe en general, restableciendo su vínculo histórico tras la división geopolítica de la región después de la Primera Guerra Mundial.

Las exposiciones mostraron las industrias, la artesanía y las obras de arte de participantes de todo el mundo árabe. Los visitantes podían tropezar con jabón nabulí junto a tejidos damascenos o perfumes de Trípoli. Las salas y pasillos del Hotel Palace estaban adornados con texturas, olores y objetos que anudaban las diversas creaciones de la región en un único hilo continuo.

Las exposiciones ofrecían un nuevo espacio de infinitas posibilidades. Demostraron que el progreso árabe era posible a pesar del colonialismo europeo y no a causa de él.

Los materiales de las dos exposiciones -entre ellos sellos, postales, medallas y certificados de participación- son testimonios vivos del espíritu de unidad árabe que las sustentó. Fueron diseñados por Jamal Badran, un renombrado artista palestino que dibujó mapas sin fronteras de la región árabe, con líneas que irradiaban desde Jerusalén hasta el Hiyaz y el Magreb. Sus dibujos mostraban la geografía no como era, sino como debería ser.

Renacimiento árabe

Las dos exposiciones fueron acontecimientos públicos en todos los sentidos de la palabra. Recibieron una amplia cobertura en los medios de comunicación árabes locales y regionales, que se hicieron eco de su espíritu y contribuyeron a articularlo. Se consideraron la prueba de un renacimiento cultural y económico árabe.

Pero el destino del Hotel Palace no reflejó el entusiasmo que suscitaron las dos exposiciones. En 1935, sólo un año después de la segunda, el hotel tuvo que cesar su actividad por motivos económicos. La competencia con el Hotel Rey David se había hecho cada vez más feroz, y el turbulento clima político no ayudaba.