Tras cinco semanas de escalada, se anunció por fin un alto el fuego entre Hamas e Israel. Aunque se acoge con gran alivio, la vuelta al statu quo anterior es indeseable e insostenible. La diplomacia internacional puede y debe aspirar a más.

Los países árabes a los que representamos en Chile sostienen de forma continua y consistente que no hay paz y estabilidad en Oriente Medio sin una solución justa y duradera de la cuestión palestina. La violencia de las últimas semanas debería poner fin a cualquier duda sobre la validez de esta afirmación.

La última masacre en Palestina comenzó subrepticiamente a mediados de abril, con la amenaza de desalojar ilegalmente a más familias palestinas de sus hogares en Sheikh Jarrah, en el este de Jerusalén. Luego se amplió gradualmente y escaló hasta convertirse en un enfrentamiento militar totalmente asimétrico que dejó más de 260 palestinos, en su mayoría civiles, incluyendo muchos niños, y 12 israelíes muertos. También dejó graves destrozos para los vivos, con muchos centenares de hospitalizados, viviendas e infraestructuras destruidas y comunidades rotas, enojadas e inseguras.

Ha sido evidente para todo el mundo que los palestinos paguen con sus vidas y medios de subsistencia el precio más alto de estas repetidas rondas de violencia, ya que Israel despliega su avanzada maquinaria militar contra una población civil ocupada, para imponer una política ilegal de asentamientos y acaparamiento de tierras en Cisjordania, y para castigar a la población de Gaza y hacer la vida allí aún más difícil de lo que ya es.

Los palestinos de los territorios ocupados necesitan urgentemente la protección internacional de sus derechos como habitantes originarios de su tierra invadida, que les otorga el derecho internacional humanitario, para evitar que se repita esta masacre.

Sin embargo, se está haciendo igualmente evidente que el poderío militar tampoco está dando seguridad a Israel. Las familias con sus hijos corriendo a esconderse en refugios, los aeropuertos y yacimientos de gas cerrados, fuerzas policiales lanzando granadas y disparando balas de goma dentro de los lugares sagrados y violentos enfrentamientos entre judíos y árabes en las ciudades israelíes no son signos de una política de seguridad exitosa. Buscar la seguridad mediante el despliegue constante del poderío militar, como sustituto al reconocimiento de los derechos legítimos de los palestinos, es un costoso espejismo.

El statu quo de recurrentes ciclos de violencia es un resultado directo de esta política fallida. Es la fórmula responsable de la incesante radicalización de ambos bandos, que se ha convertido en un obstáculo, tanto para la seguridad como para la paz.

El recientemente declarado alto el fuego entre Israel y Hamas puede convertirse en otro breve paréntesis en un statu quo que ha fallado. Nosotros sostenemos que ha llegado el momento de rechazar ese statu quo fracasado. A medida que la región más amplia de Oriente Medio es testigo de un aumento de las aperturas diplomáticas y de las vías de diálogo entre los adversarios, deberían reabrirse los horizontes para la resolución de la cuestión palestina con claros beneficios tanto para los palestinos como para los israelíes. Esto debe hacerse no porque sea fácil, sino porque no hay otro camino hacia la estabilidad en esta región estratégicamente importante.

Es hora de que los principales actores y la comunidad de naciones reconozcan con valentía el imperativo de reanudar los esfuerzos serios para abordar la causa fundamental del problema, que hasta ahora es el fracaso para salvaguardar los derechos y aspiraciones legítimas de los palestinos como ciudadanos con pleno derecho a la libertad y la oportunidad de buscar la felicidad y la prosperidad en su Estado soberano. Los parámetros para el cumplimiento de estas aspiraciones han sido consagrados en numerosas resoluciones, acuerdos y planes de la ONU.

No es sencillo ni fácil, pero ya debe haber quedado claro que es un prerrequisito indispensable para reconstruir un orden regional estable, y el único camino hacia una paz significativa y una coexistencia positiva entre árabes e israelíes.

Las opiniones vertidas en nuestro portal de noticias son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente el pensamiento de la Comunidad Palestina de Chile.

Por: Embajadores y embajadoras acreditados en Chile: Imad Jadaa (Palestina); Mohammad Al- judaie (Kuwait); Kenza El Ghali (Marruecos); Amer Al Majali (Jordania); Joumane Khaddage (Líbano); Amal Mourad (Egipto); Mohamed Sofiane Berrah (Argelia), y los encargados de negocios Meshil Alotaibi (Arabia Saudita) y Yekhlef Akrar (Libia).

Fuente: El Mercurio