Los bordados palestinos ingresaron a la lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, que se compone de las expresiones que ilustran la diversidad del patrimonio inmaterial y contribuyen a una mayor consciencia de su importancia.

El arte tradicional del bordado está muy extendido en Palestina. En un principio, los bordados se confeccionaban y se llevaban casi exclusivamente en las zonas rurales, pero ahora el arte de su confección se ha difundido por todo el país y entre los miembros de la diáspora.

El atuendo de las aldeanas se compone en general de un vestido largo, un pantalón, una chaqueta, un pañuelo para la cabeza y un velo. Esas prendas suelen ir adornadas con bordados de muy diversos motivos, ya sean aves, árboles o flores.

Los tipos de motivos y colores escogidos son indicativos de la región de procedencia, la situación matrimonial y la condición socioeconómica de cada mujer. La principal prenda es un vestido amplio llamado thob con bordados en el busto, las mangas y los puños, así como tiras bordadas que van desde el talle hasta el borde bajero. Los bordados se ejecutan con hilo de seda en tejidos de lana, lino o algodón.

Como el arte del bordado es una práctica intergeneracional, las bordadoras se reúnen a coser y bordar en casa de alguna de ellas haciéndose acompañar frecuentemente por sus hijas. Aunque muchas mujeres bordan simplemente por afición, otras confeccionan individualmente o en grupos piezas bordadas para venderlas y obtener así ingresos suplementarios para sus familias.

Esos grupos trabajan en el domicilio de una de las bordadoras o en centros comunitarios donde pueden vender los productos de sus labores.

Este elemento del patrimonio cultural inmaterial se transmite de madres a hijas y también mediante un aprendizaje formal.

Fuente: UNESCO