La ciudad bajo control de la Autoridad Palestina vive un boom económico, que no ha decaído y posee las tasas de desempleo más bajas de los Territorios Ocupados

A pesar de los últimos bombardeos por parte del Ejército de Israel a Gaza y Cisjordania y la pandemia del coronavirus que golpeó a los palestinos, la ciudad de Ramallah parece no sufrir de estos vaivenes. Su economía es fuerte. Cada día se abren nuevos cafés, restaurantes y tiendas, a pesar de que la ayuda económica por parte del gobierno de la Autoridad Palestina para hacer frente a la crisis sanitaria no ha llegado.

El empresario estadounidense-palestino, Sam Bahour, indica que el éxito de la economía de Ramallah, no es comparable con otros lugares. “Ramallah es una ciudad extraña. Vengo de una pequeña ciudad de Ohio que no tiene tanta actividad económica como Ramallah”, dice Bahour.

“Cada semana, incluso durante la pandemia, se abren restaurantes y nuevos cafés. Esto no es Estados Unidos. Nadie recibe un cheque por correo. No hay ninguna ayuda del gobierno para los negocios que se han visto afectados por la pandemia. Tienen que adaptarse, y se han adaptado”, agrega.

Bahour indica que Ramallah, a pesar de tener algunas características “especiales”, sigue bajo la lógica de la Ocupación militar al igual que Gaza. “Las autoridades israelíes se han permitido el lujo de desarrollar un plan para cada zona palestina: el Valle del Jordán es un plan, Ramallah es otro. Gaza es el esquema más duro. Siempre llamamos a Ramallah “La ocupación de las 5 estrellas” porque de todas las diferentes regiones Ramallah es probablemente la menos visible de tener este efecto de la ocupación”.

Unas 350.000 personas viven en el distrito de Ramallah, que incluye las ciudades de Al Bireh y Beitunia, así como la propia Ramallah. Aquí se encuentran las oficinas del gobierno, así como las principales sedes de las grandes empresas, los empresarios, la bolsa palestina, las delegaciones extranjeras y las sedes de las ONG.

Según la Oficina Central de Estadística de Palestina, la tasa media de desempleo en la ciudad durante el año del coronavirus fue de sólo el 10%, en comparación con el 25% en Belén y más del 50% en el sur de la Franja de Gaza. Sin embargo, a pesar del aparente ambiente de tranquilidad, el terreno parece arder.

Ali Nazzal, apuesta por la economía local

Ali Nazzal, hijo de refugiados palestinos que fueron expulsados de Jaffa, decidió volver desde Inglaterra tras la muerte de su padre, Abdel Mohsin Al Qattan, con un proyecto bajo el brazo que iría en ayuda de la economía local y construyeron un centro cultural en Ramallah, que contiene una biblioteca, una sala de teatro, galerías y talleres a un costo de 21 millones de dólares.

Nazzal pasó 15 años trabajando en el sector público, seis de ellos como director general de administración y personal en la oficina del presidente palestino. En 2012, renunció porque la carga de trabajo lo agobió y se apoderó de su vida personal. “Hay un gran número de palestinos altamente calificados que no pueden conseguir un trabajo en los ministerios del gobierno, porque Al Fatah y Hamas quieren controlarlo todo y no dan una oportunidad a las nuevas generaciones”, afirma.

Según el Banco Mundial, casi la mitad del presupuesto de la Autoridad Palestina (AP) se destina a los salarios de los empleados. “Los salarios en el sector público son relativamente altos, pero la AP contrata a gente sin formación, sin dejar que el sector privado se involucre”, dice Nazzal, que fue consciente de este problema en su anterior trabajo y también en el actual, como consultor de organización.

Fuente: Haaretz

Edición: Comunidad Palestina de Chile