Hace dos semanas, la selección palestina de fútbol para amputados comenzó oficialmente, sus sesiones de entrenamiento bajo la supervisión de la Cruz Roja en el Estadio Palestino de Gaza. El equipo aspira a participar en la ronda de clasificación asiática en Turquía para, según esperan, clasificarse para la Copa Mundial de Fútbol para Amputados de 2022.

Además de su deseo de representar a Palestina a nivel internacional y de participar en la Copa del Mundo, estos atletas también ofrecen una lección de humanidad y resistencia.

Este es otro ejemplo de cómo la vida siempre triunfa sobre todos los obstáculos en la Gaza asediada. Esta es una historia más de la resistencia del espíritu humano.

Los atletas de Gaza perdieron sus extremidades en diferentes circunstancias: algunos como resultado de anteriores guerras israelíes en la Franja, otros debido a accidentes y algunos como resultado de una enfermedad. Sin embargo, estos jugadores siguen con su vida, como si poco hubiera cambiado. De alguna manera, su desgracia se convierte en un reto más a superar.

Se trata de un entrenamiento de fútbol cualquiera. Los jugadores calientan alrededor del campo; su entrenador les grita continuamente instrucciones, y apenas se consideran “discapacitados”. Si son conscientes de su discapacidad, es simplemente para esforzarse un poco más, para moverse un poco más rápido, y para dar al juego todo el amor y la energía que requiere.

Pero cuando uno se acerca a estos atletas, nota algo diferente en ellos. Es racional imaginar que, al perder una extremidad, también han perdido una parte de sí mismos. Pero cuando los conoces, te das cuenta de que no es así en absoluto. Mirándoles a los ojos y observando su forma de comportarse, parece que uno se olvida de que estos jóvenes tienen algún tipo de discapacidad.

De hecho, estos deportistas enseñan la vida sin pronunciar ni una sola palabra. Bromean, ríen, practican sus habilidades especiales y se esfuerzan sin perder la sonrisa.