En 2022, la ocupación israelí demolió o se apoderó de 953 edificios de propiedad palestina en Jerusalén y Cisjordania, la mayor cantidad desde 2016, según un informe publicado el martes por la Oficina de Representación de la Unión Europea para Cisjordania y la Franja de Gaza.

Alrededor de 1.000 palestinos se vieron obligados a trasladarse y 28.446 se vieron afectados por las demoliciones. El informe afirma que casi la mitad de los desplazados eran niños.

La OCHA de la ONU documentó 849 episodios de agresión por parte de colonos israelíes, la cifra más alta desde 2006, cuando la agencia comenzó a rastrear este tipo de hechos. De estos, 621 causaron daños a la propiedad, 124 resultaron en lesiones y 104 causaron daños y lesiones.

El informe indicó que las demoliciones han tenido un impacto perjudicial en las sociedades palestinas y han causado el continuo desplazamiento de los palestinos. Continuó diciendo que la política de asentamientos israelí y las acciones correspondientes, como la reubicación involuntaria, los desalojos, la demolición de casas y las incautaciones, están en contra del derecho internacional humanitario.

“Las demoliciones en Cisjordania tienen un efecto social y económico devastador y duradero en las familias palestinas y sus hijos, haciéndolos aún más dependientes de la asistencia humanitaria. En particular, el bienestar mental de los niños se está viendo afectado. En Cisjordania, incluido el este de Jerusalén, muchos niños sufren el trauma de ver cómo se destruyen sus hogares y escuelas”.

El martes, la ocupación israelí demolió un complejo empresarial palestino que constaba de una tienda de carpintería y una granja de ganado en Deir Ballut, ubicada al oeste de Salfit.