El BDS ha hecho reiterados llamados a la comunidad internacional a detener la compra de armamento israelí, que es probada contra la población palestina.

La industria militar israelí está en el ojo del huracán, luego de que una investigación llevada a cabo por destacados medios de todo el mundo, como el Washington Post, Le Monde y Haaretz, comprobó que el programa Pegasus de NSO Group, es responsable de intervenir un total de 50.000 números telefónicos para espiar a políticos, activistas y periodistas de todo el mundo.

El informe destacó que los gobiernos de Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos, Azerbayán e incluso México, utilizaron estas herramientas para obtener información privada de sus opositores, en una clara demostración de que el armamentismo israelí constituye una vergüenza para el nuevo gobierno de Israel, encabezado por el ultraderechista, Naftalí Bennet.

Tras la noticia, Israel ha creado un equipo multidisciplinario de gestión de crisis formado por la agencia de espionaje Mossad y los ministerios de Defensa y Asuntos Exteriores para responder al escándalo, que ha llevado a diferentes países a condenar el programa Pegasus, entre ellos los líderes de la Unión Europea (UE) quienes expresaron su preocupación por las herramientas israelíes de espionaje, tras sospechar, que esta herramienta ha intervenido smartphones de presidentes y primeros ministros, entre ellos a Emmanuel Macron de Francia, pero NSO niega las acusaciones.

Israel es líder mundial en desarrollo de herramientas cibernéticas y de guerra. Al igual que en la venta de armas, se encuentra entre los 10 primeros proveedores de la industria de alta tecnología que tiene su origen en el ejército y en su unidad de inteligencia encabezada por el Mossad, el servicio de seguridad nacional Shin Bet y su ministerio de Defensa.

Una de las más temidas es la Unidad de espionaje 8200, que pertenece al ejército de Ocupación, que se encarga de recopilar datos e inteligencia, e investigar, analizar, descifrar y procesar los mismos, así como de apoyar operaciones especiales tras las líneas enemigas.

Originalmente, sus tácticas estaban diseñadas para aumentar y mejorar la toma de decisiones del gobierno. Pero en las últimas dos décadas, el 8200 también desarrolló medidas ofensivas cibernéticas, que fueron “probadas en batalla” durante operaciones conjuntas con la comunidad de inteligencia de Estados Unidos para infiltrarse en los sistemas de defensa iraníes y dañar sus centrifugadoras nucleares en Natanz.

Pero la 8200 no está sola. Israel también cuenta con otras unidades, como la rama tecnológica del MI (conocida como Unidad 81) y cibernéticos defensivos del Cuerpo de Comunicaciones, que se encargan de proteger las redes militares de la penetración de enemigos y amigos.

BDS Y SU CAMPAÑA PARA DETENER ARMAMENTISMO ISRAELÍ

La campaña de Boicot, Desinversión y Sanciones a Israel (BDS) ha hecho en los últimos años reiterados llamados a la comunidad internacional, a detener la compra de armamento israelí, ya que contribuyen a mantener su complejo industrial-militar y proporcionan una importante fuente de ingresos al Estado, ayudándolo a financiar la opresión del pueblo palestino.

El BDS, junto a organizaciones de Derechos Humanos y la sociedad civil palestina, han documentado que Israel viola el derecho internacional y lleva a cabo crímenes de guerra durante sus ataques frecuentes sobre la población palestina.

Las empresas militares israelíes comercializan sus productos como “probados en el terreno”; eso quiere decir que están ocupando a los palestinos como laboratorio de investigación, jactándose públicamente de la efectividad de sus flamantes tecnologías, algunas probadas por primera vez durante la masacre de Gaza en 2014.

Incluso 43 soldados y oficiales israelí acusaron al ex primer ministro Benjamín Netanyahu y al sistema de inteligencia de “persecución política”, tras denunciar que los sistemas son probados antes de ser comercializados, usando como conejillos de Indias a los palestinos que viven en los territorios ocupados.

Fuente: Middle East Eye / BDS Movement

Edición: Comunidad Palestina de Chile