Idit Harel Segal se vio impulsada a realizar este gesto en recuerdo de su difunto abuelo, sobreviviente del Holocausto, quien le dijo que viviera con sentido.

El mismo día que el menor palestino recibió un nuevo riñón, el padre donó uno propio a una madre israelí de 25 años con dos hijos.

 Idit Harel Segal cumplía 50 años y había elegido un regalo: donar uno de sus riñones a un desconocido, como ejemplo de generosidad entre palestinos e israelíes, poniéndose en contacto con un grupo médico que trabaja en busca de donantes y receptores, iniciando un proceso de nueve meses para transferir su órgano a alguien que lo necesitara, siendo el receptor un niño palestino de 3 años de la Franja de Gaza.

Segal afirmó en una carta escrita en hebreo que espera que todo este proceso sea un éxito y el menor tenga una larga vida. “No me conoces, pero pronto estaremos muy cerca porque mi riñón estará en tu cuerpo”, escribió a la familia que pidió no ser nombrada debido a las sensibilidades sobre la cooperación con los israelíes. Un amigo de la profesora tradujo la carta al árabe para que la familia pudiera entenderla. “Espero de todo corazón que esta operación tenga éxito y que tengas una vida larga, sana y con sentido”.

La decisión no fue fácil. Durante los meses de espera entre la decisión de Segal y el trasplante, que fue realizado el 16 de junio, la decisión provocó profundas divisiones en la familia. Su marido y el mayor de sus tres hijos, un joven de poco más de 20 años, se opusieron al plan.

Según ellos estaba arriesgando innecesariamente su vida, recuerda Segal.”Mi familia estaba realmente en contra. Todos estaban en contra. Mi marido, mi hermana, su marido. Y el que menos me apoyaba era mi padre”, dijo Segal durante una entrevista reciente. “No se lo dije a nadie”, relata Segal. “Me dije que si la reacción a la donación de riñón es tan dura, obviamente el hecho de que un niño palestino la reciba la hará aún más dura”.

El caso del niño de Gaza fue complicado. Para acelerar el proceso, el hospital le dijo a su padre, que no era compatible con su hijo, que si donaba un riñón a un receptor israelí el niño “pasaría inmediatamente a ser el primero de la lista”, dijo Segal.

El mismo día que su hijo recibió un nuevo riñón, el padre donó uno propio a una madre israelí de 25 años con dos hijos.

Para Segal, el regalo que había provocado tanto conflicto en su familia logró más de lo que esperaba. Su riñón ha contribuido a salvar la vida del niño, ha generado una segunda donación y ha establecido nuevos vínculos entre los miembros de los grupos perpetuamente enfrentados en uno de los conflictos más intratables del mundo. Dijo que visitó al niño la víspera de su operación y que mantiene el contacto con sus padres.

Segal dijo que honraba a su abuelo de una manera que le ayudaba a sobrellevar el dolor de su muerte, hace cinco años. La donación fue un acto de autonomía, dijo, y nunca vaciló. Y, finalmente, su familia se hizo a la idea, un regalo, quizás, en sí mismo.

Fuente: Haaretz

Edición: Comunidad Palestina de Chile